La historia de Octámbulos comienza en la calle, entre bares, zapadas improvisadas y un drugstore que se convirtió en punto de encuentro. Allí, entre acordes espontáneos y largas sesiones de música compartida, los integrantes fueron descubriendo una sonoridad única: oscura, potente, densa, pero profundamente bailable. Ese fue el inicio de una propuesta que hoy sorprende por su frescura y su carácter innovador.
Influencias diversas, un sonido irrepetible
Las raíces de Octámbulos son tan variadas como los caminos que los llevaron a tocar juntos. En su universo conviven el flamenco y la música árabe, el trash metal de Slayer o Limp Bizkit, el jazz de Brad Mehldau y Tigran Hamasyan, y el espíritu rebelde de bandas como Red Hot Chili Peppers.
La particularidad es que ese crisol de influencias se funde con cuatro instrumentos acústicos poco habituales en un ensamble rockero: bandoneón, acordeón, flauta traversa y saxo, que se suman a un power trío y a tres voces. El resultado es un sonido inédito, difícil de encasillar, pero imposible de ignorar.
Sin fronteras de género
Desde sus inicios, la premisa fue clara: no atarse a un género musical. Para Octámbulos, lo importante es que la música sea bailable y que transmita energía. Por eso, en su repertorio es posible encontrar desde un vals hasta un tema de hip hop, pasando por composiciones con impronta rockera. Cada canción se convierte en un viaje, tanto para la banda como para el público.
Letras con alma
Las poesías de Octámbulos suelen nacer de vivencias profundas, temáticas actuales y cierta mística que atraviesa la obra del grupo. El 90% de las letras son escritas por cada cantante, aunque en ocasiones algún compositor trae la música con una idea central ya pensada, que luego se desarrolla en conjunto. De esa manera, la lírica fluye con naturalidad y se integra a la intensidad de la música.
El impacto en el público
Quienes escuchan a Octámbulos por primera vez suelen quedar sorprendidos: “Nunca escuchamos algo así”, es uno de los comentarios más repetidos. La gente no puede creer que un bandoneón, un acordeón o una flauta puedan sonar tan potentes, tan cercanos al rock, y al mismo tiempo tan bailables.
Sueños y objetivos
El mayor sueño de la banda es claro: que su música resuene en cada rincón del país y deje algo interesante para pensar en quien la escuche.
Este año, Octámbulos tiene como objetivo tocar en vivo todo lo posible, seguir compartiendo la experiencia de su poderoso ensamble y comenzar a trabajar en su tercer disco, consolidando aún más la propuesta artística que los distingue.
Una banda sin líderes, una familia musical
Más allá de la música, Octámbulos se define como una banda horizontal, sin un líder explícito. La forma de componer, ensayar y compartir se vive de manera intensa, con una energía que trasciende lo profesional: “Somos todos amigos y una familia musical”, resumen con orgullo.
Quizás ahí radique el secreto de su propuesta: en la unión de talentos diversos, en la libertad creativa y en la pasión compartida por hacer de cada canción una experiencia única.