La escritora Linda P.J presenta su libro «Silencio: cuerpos en llamas»

«Silencio: cuerpos en llamas» agrupa catorce textos que se internan en una experiencia erótica narrada en primera persona. Si bien traslucen la juventud de su autora y revelan el haber surgido en contextos y tiempos diferentes, también llevan consigo, por el hecho mismo de haber sido escritos, la voluntad de ponderar la trascendencia del encuentro amoroso, y la disciplina y el tesón para transcribir al papel los hallazgos efectuados con la piel y con el intelecto.
Desde las primeras páginas, Linda P.J reivindica el derecho a saciarse del ser humano en general y de la mujer como tal, convencida de que las diferencias de género existen solo en un marco cultural que se traslada a nuestras creencias, nuestras convicciones y nuestra interpretación del mundo, y que se traduce, finalmente, en las emociones que tiñen el acto amoroso, dando origen al regocijo… o a inhibiciones y sentimientos de culpa.
En este sentido, la obra que el lector acomete supera prejuicios sexistas y se inscribe en el ámbito de una literatura erótica liberadora e inclusiva. Más que relatos, los textos que integran este libro son instantáneas: Linda P.J atrapa el momento, secciona segmentos de una historia y los plasma, indagando en lo que los sentidos registran, inventariando emociones y escrutando en el proceso del deseo, desde la chispa que enciende la pasión hasta la detonación final, esplendorosa y sublime.Lo evoca para que otros también sucumban, no ante lo meramente carnal, sino ante el conjunto de azares que circundan cada aproximación: la clandestinidad, lo velado y lo explícito, la incertidumbre, lo vedado, la posibilidad de descubrirse a uno mismo a través de los brazos del otro…
La ansiedad de la que se nutre el deseo.Las escenas celebran la feminidad de la protagonista en experiencias todavía permeadas por un matiz de travesura, en las que pervive la diversión y en donde el amante es el compañero de juegos, el cómplice que comparte un secreto feliz que vulnera los convencionalismos.El viaje de fin de curso o la clase de piano, experiencias de jóvenes estudiantes marcadas por la espontaneidad, el jugueteo o la ilusión, se alternan con la gravedad, con la vorágine, con la pequeña muerte que ronda a los actores, que acecha en la mirada maliciosa, en la presencia-ausencia del juego de invisibilidad de un intercambio ardoroso que tiene lugar a la vista de terceros, y en el que solo ellos pueden interpretar las consignas secretas que pasan desapercibidas a testigos.
Cómo opera prima, al fin y al cabo, Silencio: cuerpos en llamas es la promesa incipiente de una carrera, y prefigura un corpus literario sensible e introspectivo, encomiando el placer, esa recompensa que la naturaleza ofrece al ser humano por contribuir con ella a la perpetuación de la especie.Fuente: Linda D’Ambrosio.

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