Desde la intimidad de su home studio, Micaela Lubschik, conocida artísticamente como A.K.A, viene tejiendo un universo sonoro inconmensurable desde 2020. Su música es un espejo de vulnerabilidad y belleza, donde la melancolía y el pop alternativo conviven en equilibrio con una sensibilidad profundamente humana.
Su primer disco, Goodnight, sweetie (2021), producido junto a Joaquín Bañuelos (Un Muerto Más), marcó el inicio de una búsqueda tan experimental como emocional. Dos años después, con el EP What About Heaven (2023), A.K.A profundizó en un sonido más pop y luminoso, aunque conservando la textura orgánica e introspectiva que caracteriza su obra.
Tras una pausa creativa, la artista encontró un nuevo rumbo, más maduro, frágil y honesto. En este proceso conoció a Luca Albano (Todo Aparenta Normal), con quien estableció una conexión musical profunda. De ese encuentro nació su nuevo proyecto, Transmutación, un álbum que se erige como una travesía emocional entre la pérdida, el deseo y la reconstrucción personal.
En Transmutación, A.K.A crea un universo conceptual que oscila entre la oscuridad de lo que se deja atrás y la claridad de los anhelos por venir. Con un lenguaje sonoro que combina texturas digitales, sutilezas acústicas y una ternura casi celestial, cada canción se convierte en un portal hacia su interioridad. Es un disco que no teme mostrarse frágil, y que justamente encuentra su fortaleza en esa exposición emocional.
Los sencillos “Aserrada” y “Humo Entre Mis Dedos” funcionan como capítulos de una misma bitácora emocional, donde el amor se presenta como un terreno ambiguo entre el ideal y el vacío. En palabras de la propia artista:
“Las dos canciones forman parte de una misma forma de vivir el amor bajo una realidad cargada de idealización, vacío y dolor. Son símbolos de los fragmentos que quedan cuando una no sabe muy bien quién es y se busca a través de los otros.”
Con Transmutación, A.K.A redefine su identidad artística. Cada melodía, cada susurro y cada silencio parecen estar cuidadosamente ubicados para construir una experiencia sensorial total, donde el sonido se vuelve catarsis y la emoción, arte.
Micaela Lubschik confirma que su evolución es una forma de alquimia: transformar la fragilidad en luz, el dolor en belleza y la introspección en movimiento. En el universo de A.K.A, la metamorfosis no solo es posible, sino necesaria.

